La principal amenaza para su supervivencia es la pérdida de hábitat debido a la agricultura de tala y quema, la tala y la minería. Esta especie es grande y diurna, por lo que también se encuentra entre las especies de lémures más cazadas. La estacionalidad de sus vocalizaciones (debido a la mayor disponibilidad de alimentos) se ha relacionado con el aumento de los niveles de caza.
La caza sigue afectando a esta población hasta el día de hoy. Por ello, el Parque Nacional de Mantadia organiza sesiones de concienciación para que las comunidades locales dejen de cazar esta especie. Se está apoyando a la comunidad para mejorar la producción ganadera y agrícola con técnicas modernas. Y, por supuesto, se han reforzado las patrullas y la retirada de las trampas que se encuentran en el parque para que la especie no sea capturada. Para controlar la salud de la especie, el parque realiza un seguimiento permanente.